¿Quién de nosotras no ha sentido la necesidad de tener en nuestras manos el par de zapatillas de moda de la temporada? ¡Es como amor a primera vista! Las zapatillas no nos cancelan las citas, no nos dejan en visto la conversación, no nos hacen enojar. Sólo nos ofrecen cariño. Aunque comprarlas signifique no comer en una semana. En Brantano, sin embargo, no es el caso. Tenemos zapatillas para todos los gustos, estilos, eventos y billeteras. Pero analicemos qué significa enamorarse de un par de zapatos:
Primer contacto. El primer contacto es el punto clave en esta relación tan importante en nuestras vidas. No sólo se trata de ver algo en el escaparate o en el catálogo. No. El primer contacto se refiere a ese momento en que la imagen suculenta de las zapatillas de moda se queda en nuestra mente. Es decir que la atracción es tan fuerte, que ni siquiera podemos alejarla de nuestros pensamientos. Está ahí y ahí permanece. Claro, más cosas llegarán a nuestro pensamiento pero el sentido de pertenencia que nos ofrece el par que hemos visto, que nos ha cautivado, no se irá a ningún lado.
Pensando con más lógica, es el destino el que ha hecho que nuestras vidas se juntaran en algún punto del camino. ¿Por qué nuestros ojos se fijaron en el par? ¿Por qué en ese par y no en otro? Quizás el par de al lado es más estético, o más nuestro estilo usual. ¿Qué tiene este par que no sale de nuestra cabeza? A lo mejor es el color ideal que buscamos desde hace meses. Tal vez el tacón no es tan alto ni tan bajo. O tal vez es al revés: el tacón es tan alto que nos ilusiona la simple idea de poder caminar con él, erguida, orgullosa, sensual. Otros zapatos tendrán quizás un material más fresco o mas abrigador. Pero no importa, porque este par es tan inusual para nosotras, que estamos dispuestas a usarlos a como de lugar. Es el primer contacto, la primera impresión, la que nos ha enganchado. Hay algo en esas zapatillas de moda que nos ha ganado el corazón.
Coqueteo. ¡Qué cosa tan maravillosa este pequeño juego! ¿Por qué habríamos dejar pasar a semejante par de zapatos? Son para nosotras. No habrá nadie más en el mundo que quepa tan bien dentro de ellos. Nuestros pies son una parte tan importante de nuestro cuerpo…y necesitan su respectivo par para lucirse. Es una situación ganar-ganar. Los zapatos serán felices en nuestros pies, y nuestros pies serán aún más bellos con ellos. El coqueteo implica conquistar el reto. Implica dejar de lado los conceptos establecidos por la sociedad de moda, economía y el qué dirán. La moda simplemente es un gusto variable. Nuestra moda es el ahora, el instante que nos enamoramos del par. La economía, para que siga funcionando, debe circularse. Es decir, debemos gastar para obtener, y obtener para gastar. Si el momento es un mal momento y no hay dinero, no pasa nada, ya después vendrá. Pero si se tiene el dinero ¿por qué esperarse hasta no tenerlo? Y el qué dirán siempre estará ahí. Eso sí, porque en gustos diferimos tanto las personas como personas hay en el mundo.
Enamoramiento. En este punto sabemos que hemos perdido toda cordura. Es el típico “no le encuentro fallas”. Es el sentimiento más bonito que se pueda experimentar. Los versos más bonitos se han escrito bajo este efecto, las películas más románticas, lo mismo. ¿Por qué unas zapatillas de moda no merecen ser llamadas musas también? Lo son. Lo son en nuestras piernas, porque las estilizan. Lo son en nuestros cuerpos, porque lo visten elegante. Lo son en nuestras vidas, porque nos confieren cierta confianza. Lo son incluso en la vida de otras personas. Es un amor que desprende amor al mismo tiempo: la felicidad de la belleza se contagia.
Compromiso. Llega pues, un punto, en el que debemos tomar la decisión. No se trata de cualquier decisión. Es algo que impactará nuestras vidas. Implica una inversión, un uso, un futuro (a veces incierto, nos podemos llevar sorpresas). El enamoramiento ha pasado. Hemos visto la parte más bonita, y la más real también. Sabemos que el par no es de diario, porque quizás es demasiado elegante, demasiado sexy, demasiado espectacular. O tal vez estamos conscientes de que no serán los zapatos más cómodos del mundo, pero los queremos, y nos comprometemos, porque son tan bonitos que nos hacen sentir bien, o porque quedan perfectos para la ocasión en que los queremos usar. Sabemos, lo sabemos. Tienen sus debilidades. Pero los amamos por lo que son, no por la idea utópica que tenemos de ellos. Y de esta forma estamos ya compenetrados. Las zapatillas son nuestras, y nosotras somos de ellas.
Hasta que la muerte nos separe. Con los bienes muebles debemos tener cuidado. Los seres humanos somos apegados. ¡Y más, nosotras las mujeres! Porque sabemos encontrarle el lado útil y bello a las cosas. Desgraciadamente llega un momento en que así, sin más, la relación se acaba. Con más frecuencia, sucede que es el par de zapatillas de moda el que ha llegado al fin de su vida rentable. Ojalá pudiéramos aferrarnos con más ansia. Ojalá pudiéramos cambiar los factores que influyen en la duración de estos accesorios tan necesarios. Sobre todo porque son de moda y el término está adherido a la connotación temporal, no podemos más que aceptar las gracias que han traído con ellas. Nuestros pies fueron felices, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro alrededor también. Sabemos que no serán las primeras ni las últimas en el cruce de nuestro camino. Sólo podemos agradecer los momentos que las zapatillas y Brantano nos han brindado. Porque son más que sólo un par de zapatos. A veces, hasta nos cambian la vida.